A finales del siglo XIX surge en Francia un fenómeno revolucionario que cambiaría para siempre la concepción que se tenía sobre realidad y ficción: el cine.
Esta nueva forma de arte y espectáculo no solo supondría un estímulo para la mente, sino también un espejo donde mirarse. Con la llegada del Star System del cine de Hollywood, el público comenzó a sentirse identificado con los rostros que aparecían en la pantalla. Rostros que se tradujeron en nombres propios y que, con el paso del tiempo, supusieron una nueva y cotizada forma de vida que vendría relacionada directamente con un nuevo concepto hasta entonces desconocido, que pasó a denominarse “caché”.
Del cine a la publicidad, ese fue (y es) el camino a seguir para los actores y actrices más cotizados, que en ocasiones pasaban a facturar más por una campaña con una firma de moda que por su último proyecto cinematográfico.
La exposición de los actores y actrices era tal que el público se veía reflejado en ellos, alabando o incluso queriendo imitar su forma de vida. Esto se vio aún más potenciado con la aparición de la prensa rosa. Ya no había lugar para la intimidad de las celebridades, su exposición pública no podía ser mayor… ¿o tal vez sí?
Con la llegada de internet y el boom de las redes sociales fueron los propios actores los que dejaron de lado su privacidad para exponerse casi al 100% con su público. Ya no interesan tanto las exclusivas, pues cualquiera puede ofrecer una a través de su perfil de Facebook. El entorno online ganaba terreno y las celebrities lo sabían… pero también la gente de a pie.
Y así fue como aparecieron los bloggers. No necesariamente periodistas, en un principio tampoco famosos. Personas corrientes comienzan a exponer su vida personal a un público cansado de celebridades, en búsqueda de frescura y nuevas caras. Y las marcas aprovecharon el tirón. De un día para otro asistían a fiestas, se codeaban con diseñadores e incluso eran imagen de importantes firmas. Había nacido un fenómeno sin precedentes.
En un mundo en el que los usuarios no tienen tiempo para leer y donde lo que se demanda es lo audiovisual, el propio entorno potenció la obsolescencia de los blogs, derivando en formatos más sencillos y visualmente atractivos: Instagram, Snapchat o Periscope.
Ahora las marcas no buscan post en blog. Ya no invierten en texto. Su interés no está tanto en las celebrities. Ahora buscan Instagramers: el poder de la imagen y la credibilidad que fomenta un público “real” hace que sean estos nuevos usuarios, estas celebrities del S. XXI las que tengan el control de la comunicación y el PR en este momento.
En Influencia lo sabemos, e influenciamos a los influencers para potenciar al máximo las sinergias entre éstos y nuestros clientes. Porque creamos resultados y hemos nacido digitales.