Hace unas semanas, hablábamos de la era del influencer y su importancia en la publicidad online. Sin embargo, hay un grupo específico que, tal y como indica el IAB en su informe Top Tendencias Digitales 2017, puede ser una alternativa también muy efectiva y más barata: los microinfluencers.
No nos referimos a Dulceidas hechas de miniatura o Rubius de 5 años, sino a influencers que abarcan un menor tamaño de seguidores y por tanto llegan a una audiencia mucho más reducida. Teniendo en cuenta que más del 80% de la decisión de compra de un usuario va precedida por la opinión de familiares y amigos, hablamos de una figura que se acerca más a esa confianza familiar. Estamos ante un fenómeno interesante, ya que a lo largo de la historia siempre se ha hecho uso de grupos de personas a los que los consumidores admiran y quieren imitar para influir sobre ellos: celebridades como deportistas, actores y actrices, modelos o cantantes que acumulan masas de fans. Con el auge del Social Media, las marcas se interesaron más por blogueras, youtubers o viners que llaman la atención por conseguir un gran número de seguidores en poco tiempo, sin haber estado previamente presentes en medios de comunicación masivos.
Ahora se reduce de nuevo la escala, y se nos plantea otra duda. ¿Qué será mejor? ¿Colaborar con uno o dos usuarios que llegan a más de cien mil seguidores? ¿O contar con muchos usuarios que abarcan a dos o tres mil followers? En Influencia defendemos a capa y espada el poder del engagement, por eso siempre te diremos que…depende. Es cierto que a simple vista, la principal diferencia entre influencer y microinfluencer es el número de seguidores, pero tenemos que fijarnos en lo que hay detrás de esa diferencia numérica de seguidores. Por ejemplo, es bastante poco probable que un chico de 16 años se pase las horas viendo todo lo que pone una mommy blogger en su página (aunque nada es imposible). Por eso, para ser realmente eficiente es mejor ir a lo muy probable: si quiero llegar con mi marca a ese chico de 16 años, mejor apostar por un youtuber gamer y todo lo que se te ocurra terminado en “-er”, que encaje con el perfil de lo que hoy por hoy es un chaval de esa edad. Y para ser tan específicos y, por tanto, acertar con más seguridad, lo ideal es trabajar con microinfluencers.
Al ser comunidades más reducidas, los usuarios que forman parte de ellas se sienten más cómodos para opinar e interactuar con el influencer, incluso generando debates. Si colaboramos con un microinfluencer, tenemos más facilidad para ver el resultado real de nuestra colaboración gracias a los comentarios o “me gusta” en comparación con los perfiles de influencers más grandes, donde la mayoría de comentarios no tienen mucho que ver con la publicación. Esto último indica que, a mayor número de seguidores, menor relación directa con ellos, lo que desemboca en un tipo de comunicación prácticamente unidireccional. Tenemos que tener siempre en cuenta que el éxito del marketing de influencers es la bidireccionalidad, por lo que debemos perseguir esa reciprocidad siempre que se pueda.
Para obtener una campaña exitosa con microinfluencers, debemos considerar que en la mayoría de ocasiones tendremos contacto directo con ellos, ya que muchos de ellos no cuentan con un equipo detrás. Es por ello que tendremos que transmitir siempre el respeto y admiración por el trabajo que ellos hacen manejando su comunidad, y hablar de los valores que tanto la marca como el influencer pueden tener en común para destacarlos en la campaña.
Ahora que ya sabes un nuevo concepto sobre el marketing digital eres tú el que decide: ¿el tamaño importa?